El agua vaporizada que fluye por las tuberías de recuperación de calor de desechos y el vapor saturado en el tambor crean el riesgo de corrosión. En última instancia, la corrosión puede reducir el espesor de la pared hasta el punto en que un tambor de vapor o un tubo de agua ya no pueden mantener la presión, lo que da lugar a una fuga o ráfaga del tubo. Debido a esto, es fundamental monitorizar continuamente la corrosión, ya que los fallos de la caldera y las pérdidas de eficiencia relacionados con la corrosión pueden afectar negativamente a la eficiencia, rentabilidad y seguridad de la planta.