¿Qué tienen en común las vacas, los gasoducto y los rellenos sanitarios? CH4, una molécula orgánica más conocida como metano. Si bien el esfuerzo por reducir las emisiones de gases de efecto invernadero se ha centrado durante mucho tiempo en el dióxido de carbono, el metano es más de 25 veces más potente en su capacidad de atrapar radiación, lo que lo convierte potencialmente en el gas de efecto invernadero más peligroso.
Mientras que científicos e ingenieros han mejorado los métodos para identificar las emisiones de metano y cuantificar su impacto en el calentamiento climático, estudios recientes confirman que el nivel de metano en la atmósfera es más alto de lo que anteriormente se pensaba. Y con las continuas emisiones de metano provenientes de la industria de petróleo y gas, rellenos sanitarios, agricultura y aguas residuales, ese nivel crece a un ritmo que pone fuera de alcance a los objetivos climáticos del Acuerdo de París.
La política y el activismo climático están alcanzando también el desafío que plantea el metano. Desde el lanzamiento del Compromiso Global de Metano en la cumbre climática COP26 de noviembre de 2021 en Glasgow, 112 naciones acordaron voluntariamente reducir las emisiones globales de metano en un 30 % antes del 2030 en comparación con 2020. La acción rápida en este objetivo de emisiones de metano, según los autores del compromiso, es la “estrategia más efectiva para mantener el objetivo de limitar el calentamiento a 1,5 ⁰ Celsius dentro del alcance”.
Además de este enfoque global, las regulaciones de metano están emergiendo a nivel nacional y local, especialmente en la industria de petróleo y gas. Estas regulaciones incluyen requisitos tecnológicos mejorados, requisitos de divulgación y transparencia, incentivos para reducir las emisiones de metano e impuestos o tarifas que ponen un precio a los costos ambientales y de salud de las emisiones. La Agencia Internacional de la Energía ofrece un plan de estos esfuerzos, que varían ampliamente en todo el mundo. En los Estados Unidos, por ejemplo, la administración Biden presiona para que se adopte un plan integral para reducir las emisiones de metano en varios sectores, entre ellos la agricultura, la gestión de rellenos sanitarios, la construcción y la industria pesada.
A medida que el panorama regulatorio cambia, las compañías experimentan una mayor presión para reducir las emisiones de metano. Aunque reducir las emisiones puede parecer desafiante, hay buenas noticias: Si bien es más potente que el CO2, el metano permanece en la atmósfera durante un período mucho más corto antes de descomponerse. Centrarse en reducciones rápidas de emisiones de metano puede tener un impacto ampliado a corto plazo en la desaceleración del calentamiento climático, lo que nos permite ganar tiempo para la masiva y compleja misión de reducir el CO2 en la atmósfera.
Y aún hay mejores noticias: Hay mucho que se puede hacer para reducir inmediatamente las emisiones de metano, con un costo bajo o incluso negativo. De acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Medioambiente, las medidas de control específicas existentes en los sectores de combustibles fósiles y desechos podrían reducir más del 30 % de las emisiones de metano esta década. La tecnología, que incluye tecnologías de imágenes altamente avanzadas combinadas con nuevas herramientas digitales, sensores remotos, seguimiento de satélites y aeronaves y sensores y válvulas, puede identificar fugas de metano y otras emisiones en cualquier punto de la cadena de valor. Esta tecnología genera datos que proporcionan una imagen más integral del problema y hacia dónde dirigir la solución.
Y con la tecnología y los sistemas de Emerson, utilizados en lugares desde instalaciones de servicio de alimentos hasta ductos de petróleo y gas, se pueden mitigar, reducir o eliminar por completo las emisiones de metano, lo que ayuda a las compañías a cumplir sus objetivos de emisiones.
Una fuente importante pero poco conocida de metano es el desperdicio de alimentos. De acuerdo con la Agencia de Protección Ambiental (EPA), los Estados Unidos enviaron más de 35 millones de toneladas de desperdicios de alimentos a rellenos sanitarios en 2018, y estos son la tercera contribución más grande al total de emisiones de metano en los Estados Unidos. Un esfuerzo dirigido por EPA y el Departamento de agricultura de los Estados Unidos (USDA) pretende reducir los desperdicios de alimentos en un 50 % para 2030.
Las instalaciones comerciales de todos los tamaños pueden ayudar a generar un gran impacto. El centro de convenciones más grande del país, McCormick Place en Chicago, instaló el sistema Grind2Energy de Emerson para reducir sus emisiones de metano. El sistema Grind2Energy procesa los desperdicios de alimentos del centro en un lodo, que se almacena in situ en tanques sellados de manera segura antes de ser transportados a una planta de digestión anaeróbica.
“En McCormick Square todo lo que hacemos está profundamente arraigado en un enfoque sostenible que abarca desde nuestro jardín en la terraza hasta nuestros programas de reciclado en el lugar y las donaciones de excesos de alimentos pasando por las obras de caridad del vecindario”, menciona Lori T. Healey, directora ejecutiva de Metropolitan Pier and Exposition Authority. “El sistema Grind2Energy de Emerson nos ayudará a llevar más allá estos esfuerzos”.
Desde 2019, la energía renovable creada a partir del lodo rico en energía Grind2Energy de McCormick Place es suficiente para alimentar 12 hogares durante un mes; la cantidad de CO2 reducida mediante el desvío de residuos a rellenos sanitarios equivale a 101 000 millas recorridas en automóvil; y la cantidad potencial de fertilizante rico en nutrientes creado es de 3,5 toneladas.
En general, desde 2014, el sistema Grind2Energy de Emerson ha ayudado a escuelas y universidades, estadios de alta capacidad e instalaciones comerciales a desviar 100 millones de libras de desperdicio de alimentos de rellenos sanitarios; las emisiones equivalen a 83 millones menos de millas recorridas en automóvil.
En la industria de petróleo y gas, el desafío es abordar diferentes tipos de emisiones, como el metano directo de fugas y ventilación, así como el dióxido de carbono emitido durante la combustión. La ventilación es un ejemplo de una liberación intencional de gases a la atmósfera durante las operaciones para ayudar a reducir la sobrepresión. Las recientes regulaciones ambientales en EE. UU. y Canadá se centran especialmente en reducir las emisiones ventiladas de los equipos operados por gas natural, como válvulas directas operadas por gas y sistemas hidráulicos de tipo “gas-over-oil”.
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El problema de las emisiones de metano debe abordarse con urgencia, tanto por su potencia como por ser producido por tantas áreas de actividad humana. Pero la última década nos ha armado con gran parte de la información que necesitamos para orientarla, y muchas de las soluciones tecnológicas y el conocimiento experto ya están al alcance de nuestra mano. Solucionar el problema será bueno tanto para el medioambiente como para el resultado final.